Todos quienes han experimentado dolor en el pie saben que puede ser debilitante. Dos de las causas más comunes de este dolor son la fascitis plantar y los espolones calcáneos. Si bien estos problemas pueden ser a menudo aliviados con tratamientos conservadores, para algunos, la cirugía puede ser la única solución definitiva.
¿Cuándo se Considera la Cirugía para la Fascitis Plantar y los Espolones Calcáneos?
La cirugía se considera generalmente como último recurso para tratar la fascitis plantar y los espolones calcáneos. Se podría sugerir cuando los tratamientos conservadores, como fisioterapia, soportes ortopédicos, medicamentos antiinflamatorios y modificaciones del estilo de vida, no han logrado aliviar el dolor después de un período de tiempo considerable, generalmente alrededor de un año.
Opciones Quirúrgicas para la Fascitis Plantar y espolones calcáneos
Ambas son patologías muy relacionadas y que muchas veces conviven en un mismo paciente. Suele suceder que a mayor tiempo de evolución de estas patologías mayor fracaso en los tratamientos conservadores. La fascia plantar se degenera y el espolón calcáneo se instaura. Por suerte, a día de hoy existen técnicas quirúrgicas que mediante microincisiones, y de forma ecoguiada consiguen resolver estas patologías tan limitantes. Se tratan de técnicas propias de la cirugía mínimamente invasiva o MIS
La cirugía más habitual es la Fasciotomía Plantar con Extracción del Espolón. En ella se realiza una incision de 2 mm de longitud, a través de la cual se accede remotamente para realizar un alargamiento selectivo de la fascia, para que pierda toda la tensión y desaparezca el dolor. Se aprovecha esa misma incisión para realizar una resección del espolón calcáneo, extrayéndose por ese mismo pequeño orificio.
Recuperación y Resultados de la Cirugía
Se trata de una cirugía ambulatoria. Después de la cirugía, se permite la deambulación y los pacientes pueden realizar la vuelta a casa caminando. No es necesario, en la mayoría de los casos el uso de una bota ortopédica, tan solo la colocación de un calzado específico que permita evitar el apoyo en la zona del talón. La mayoría de las personas experimenta una mejora significativa en el dolor y la función del pie después de la cirugía.
Cuando los tratamientos conservadores no son suficientes para aliviar el dolor de la fascitis plantar y los espolones calcáneos, la cirugía puede ser la mejor solución. Si bien la cirugía no debe tomarse a la ligera, puede ser la clave para retomar una vida sin dolor en los pies.
Preguntas y respuestas
¿Cómo es la recuperación después de la cirugía para la fascitis plantar o los espolones calcáneos?
Después de la cirugía, se permite la deambulación y los pacientes pueden realizar la vuelta a casa caminando. No es necesario, en la mayoría de los casos el uso de una bota ortopédica, tan solo la colocación de un calzado específico que permita evitar el apoyo en la zona del talón.
¿Existen riesgos asociados con la cirugía para la fascitis plantar y los espolones calcáneos?
Sí, como con cualquier cirugía, existen riesgos. Estos pueden incluir infección, daño a los nervios, ruptura de la fascia plantar, debilidad en el arco del pie y reacción a la anestesia. Sin embargo, hoy en día, los procedimientos ecoguiados y de mínima invasión supone un gran avance en los riesgos adheridos y permiten una cirugía más rápida y eficaz. No obstante, es importante hablar con tu médico sobre estos riesgos antes de tomar una decisión.
¿Cómo puedo evitar la cirugía para la fascitis plantar y los espolones calcáneos?
La mejor manera de evitar la cirugía es comenzar el tratamiento temprano. Los tratamientos conservadores, como soportes ortopédicos, fisioterapia, medicamentos antiinflamatorios y cambios en el estilo de vida, pueden ser eficaces para tratar estas afecciones si se inician temprano.
¿Puede la cirugía prevenir la recurrencia de la fascitis plantar y los espolones calcáneos?
La cirugía puede aliviar el dolor y las complicaciones asociadas con la fascitis plantar y los espolones calcáneos, pero no siempre puede prevenir su recurrencia. Un cuidado continuado del pie, incluyendo el uso de soportes ortopédicos y la adaptación de un estilo de vida saludable, puede ayudar a prevenir la recurrencia.