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Los juanetes son un tipo de afección muy común en los pies a la que no se le da toda la importancia que merece. Esto provoca que el problema vaya a más y pueda convertirse en verdaderamente grave. Si bien en las fases iniciales los juanetes no provocan dolor, a medida que pasa el tiempo las molestias pasan a ser mayores, hasta el punto de tener que pasar por quirófano para ponerle solución.
Hoy te contamos todo sobre los juanetes, desde qué son hasta sus causas, pasando por las consecuencias que provocan y la mejor forma de actuar frente a ellos.
El juanete es una protuberancia ósea que se forma en la articulación del primer dedo del pie (dedo gordo o hallux), un bulto o una deformación que va desplazando el hueso de la articulación hacia el exterior y obliga al dedo a inclinarse.
La punta del primer dedo comienza a apuntar hacia los dedos más pequeños. Además, la piel en el juanete va adquiriendo un aspecto enrojecido.
La presión excesiva sobre los dedos cercanos puede provocar deformación en ellos, lo que se conoce como dedo en martillo o garra, que provoca muchas veces dolor. Este fenómeno se caracteriza por una curva anormal en medio de la articulación.
Durante las fases iniciales, los juanetes no tienen porqué provocar dolor, pero a medida que la afección se va agravando, el dolor y las deformaciones de articulaciones cercanas pueden hacerse presentes.
Hay que tener en cuenta que el dedo gordo es una zona del pie que soporta mucho peso y recibe mayor impacto en la dinámica del movimiento. Por eso, cuanto más agravado esté el problema, más molestias acabará causando. En algunos casos incluso puede hacer que actividades cotidianas como caminar o correr acaben siendo un suplicio. Hay que tener en cuenta, que al alterarse la movilidad del primer dedo, se producen comúnmente alteraciones a distancia. De esta manera, un juanete del primer dedo puede producir alteraciones en articulaciones como rodillas o caderas.
Existen diferentes motivos que explican la aparición de los juanetes. Este problema afecta en mayor medida a las mujeres, y una causa que motiva esto es el uso excesivo de zapatos de tacón. Por otra parte, el número de personas que padecen esta afección crece considerablemente a partir de los 60 años.
Los juanetes, además de ser un problema estético, son un proceso que afecta gravemente a la funcionalidad del pie y que puede derivar en complicaciones más graves. Su presencia altera la morfología del resto del pie (dedos deformados y problemas en el tobillo y el retropié).
Además, en los casos más problemáticos puede ocasionar malas pisadas y problemas al caminar.
Los podólogos aconsejan acudir a un centro especializado para someterse a un estudio de pisada para evitar patologías severas como afecciones en la columna vertebral, las rodillas o las caderas.
Junto con estas, otra consecuencia de los juanetes es la bursitis, que aparece cuando las almohadillas con líquido que amortiguan los huesos cerca de las articulaciones se inflaman.
Finalmente, está también la metatarsalgia, que ocurre cuando la bola del pie, el metatarso, se inflama. Es un proceso muy doloroso.
Cada debe ser evaluado de forma individual para establecer el mejor tratamiento. Sin embargo, aunque no haya dolor, existen muchos casos en los que el juanete provoca daños y deformacion en otras zonas aledañas. Reservamos las alternativas quirúrgicas cuando evaluemos que el tratamiento conservador no es eficaz.
En todos los casos toca acudir al podólogo y que él decida qué intervención es la más adecuada en función del grado de deformidad de los dedos, la edad del paciente o la causa de los juanetes.
Una de las técnicas más novedosas, que además es de carácter poco agresivo, es la cirugía
mínimamente invasiva. Consiste en realizar pequeñas incisiones con las que se elimina el saliente del hueso. Solo requiere anestesia local. Es una intervención que se practica con cirugía ambulatoria, luego el paciente regresa a casa caminando el mismo día de la operación.
Los juanetes son un problema estético y de salud grave. Incluso cuando no duelen, hay que revisarlos.
Una visita a tiempo al podólogo puede suponer no llegar a males mayores.
Por lo general, el paciente vuelve a casa el mismo día de la operación, llevando en el pie operado un vendaje y un zapato especial. Para el dolor se le prescribirá analgesia, con antibioterapia profiláctica frente a infecciones bacterianas.
El vendaje debe mantenerse limpio y seco, y el paciente caminará con precaución durante las primeras 4 semanas, procurando, en los periodos de descanso, estar recostado con la pierna más elevada que el corazón, para ayudar a controlar el edema derivado de la cirugía.
Salvo que el cirujano indique lo contrario, desde el día siguiente a la operación, el paciente irá realizando una serie de ejercicios encaminados a lograr su rehabilitación.
Al mes, el paciente ya debería poder caminar de manera normal, dejando la práctica de deportes para cuando hayan transcurrido 2 meses, si todo va bien.
Por supuesto, hay casos en los que la recuperación es más rápida.
A las 4 semanas, se realiza un control radiológico para ver cómo evoluciona el pie. En caso de dolor muy fuerte, fiebre, infección de los puntos o cualquier problema no previsto, se solicitará una consulta urgente con el cirujano.